Aula <<Calíope>>

Acababa de llegar al instituto que representaría mi nueva vida. Todo allí era algo raro, se podría decir que tétrico, pero extrañamente, me sentía como en casa. Ví la primera aula en todo el pasillo. Encima de la puerta de madera de roble colgaba un cartel en el que ponía: "Aula Calíope". Me dispuse a entrar y, cuando intenté abrir la puerta, pero pesaba muchisimo y tube que ayudarme con toda la fuerza que pude. Al abrir, tras el chillido de las puertas pude ver una gran aula, con pupitres y bancos de madera igual a la de la puerta. Me dirigí a uno de los pupitres y me senté. <<Ojalá no tenga que pasar mucho tiempo aquí sola, esto da un poco de miedo>> pensé.

Llamé ligeramente a la puerta que se había quedado abierta.
–Estooo... Creo que me he perdido... ¿Que es este aula?- Pregunté

Estaba aun medio en la luna cuando, de repente, llamaron a la puerta y preguntaron que era esa aula.

- La verdad es que yo tampoco lo sé muy bien... - dije sin poder ver quien había tras la puerta - he entrado aquí pensando en esperar a algún profesor...

Vi entonces el cartel de 'Aula Calíope'
Aunque no había estudiado el tema en proofundidad, recordaba que Calíope era musa de la elocuencia. Sencillamente, se me escapaba que podría tener que ver esto con un aula blanca en la que una alumna del segundo ciclo se sentaba despreocupada.
Entré a investigar, ya que ese era mi trabajo por encima de asistir a clase. Después de un rato investigando vi que había algo escrito en la pizarra. La caligrafía en la que estaba escrito era tan adornada que me costaba leer lo que ponía. Me di por vencido y me senté sobre la mesa del profesor. Aproveché para presentarme:
–Perdón por no presentarme antes. Soy Lavi. ¿Tú tambien eres nueva este año?

El chico que acababa de entrar se sentó en el pupitre del profesor.

- Sí. - dije asintiendo con la cabeza - Mi nombre es Hel, encantada. - continué sin moverme de mi sitio.

La chica distraida me dió una respuesta desinteresada.
–Ya veo...- fue lo único que se me ocurrió decir
No sé que intentabaecontrar, pero quedé decepcionado al comprobar que en los cajones de la mesa solo había una caja de tizas y un libro de texto de formulas mágicas para Segundo Ciclo. <<Alomejor es clase de recitación de encantamientos>> se me ocurrió, aunque no podía estar seguro. Hojeando el libro , aunque no lo entendiese del todo, pregunté
–¿Das segundo ciclo? Alomejor puedes ayudarme con esto...- Al tiempo que se lo traía.

Pude ver como él curioseaba los cajones de la mesa del profesor. Después, se acercó lentamente con un libro en mano.

- Sí, doy segundo curso y ¿en que puedo ayudarte? - pregunté mirandolo fijamente. Parecía que esa no era la primera vez que curioseaba cosas de esa manera.

Creo que causé mala impresión a Hel. Me miraba como a un espía robando documentos oficiales. Y lo peor es que tampoco se equivocaba completamente. Intenté justificarme con una sonrisa (que me salio nerviosa) al tiempo que ponía el libro abierto en su pupitre.
–E-Esque cando me pica la curiosidad no tengo remedio, jejeje...- Señalando a una formula, añadí- ¿Sabes que clase de magia es esta?

Él dejó el libro sobre el pupitre donde me había sentado y señaló una fórmula. La miré atentamente. Las inscripciones parecían en latín, y por mis escasos pero existentes conocimientos de esa lengua, pude deducir la traducción de algunas palabras como <> <> <> pero, la que más se repetía: <>.

- Parece magia blanca de nivel avanzado... - murmuré repasando con el dedo la fórmula. - Más concretamente, cristalina... - esa magia era muy escasa a nivel mundial, así que lo encontré muy extraño.

¿Algo raro de lo que sólo había oido hablar una o dos veces? Creo que eso se describe lo que esperaba encontrar al abrir el cajón. 'Magia cristalina' fue lo que reconoció Hel. Había encontrado lo que buscaba. Incluso parecía que estuviese interesada ella misma.
–Esto hay que probarlo- murmuré. Desgraciadamente, estaba claro que ninguno de nosotros dominaba el tema. Aun así, me dediqué a memorizar cuantas formulas pude. Al fin y al cabo es mi especialidad. Intenté recitar una fórmula, con un latín patético.
–crystallum tela hostium punire- No me sorprendió que no pasase nada. Sugerí, esperando un 'no'- ¿Por qué no pruebas tú?

Cuando él intentó conjurar el hechizo, no obtuvo respuesta. Tras la proposición de que yo lo intentara, tuve que pensármelo durante unos instantes. Tampoco perdía nada, así que decidí intentarlo.

- Hum... - dije mirando fijamente el libro. - No te rías si no me sale. - advertí al chico. - ... crystallum tela hostium punire

A penas podía apreciarse, pero un pequeño trozo de la superfície de el pupitre empezó a cristalizarse.

Aceptó humildemente probar. Eso no me lo esperaba.
No me di cuenta del efecto del conjuro hasta unos momentos después. Una esquina del pupitre se había cristalizado y se extendía lentamente. Aparté rápidamente la mano con la que me apoyaba en el pupitre como reacción instintiva. Fascinado, continué observado como se extendía. Fui dibujando un sello de defensa de aire en mi mano con un bolígrafo, quedando por esto un poco irregular, aunque serviría si lo peor pasase.

Observé como el cristal se extendía poco a poco por la mesa, mientras el joven dibujaba alguna cosa en la palma de su mano con un boligrafo. Pensé que por su expresión, debía estar asustado.

- Tranquilo. - dije antes de sacar mi vara de mi mochila. - Supressum. - pronuncié mientras daba dos ligeros golpes de varita en el cristal.

Poco a poco, el pupitre fue retornando a su anterior forma.

Con más facilidad que con la que había cristalizado el pupitre, lo devolvió a como estaba, todo esto sin inmutarse.
Quedé estupefacto otro momento. Entonces emprezé a reirme de el susto que me había pegado.
–Supongo que solo soy un novato- dije entre risas.

- No lo creo. - dije fijándome en el escudo dibujado en su palma. - Sólo es que ya conocía este hechizo desde antes. Mi abuela era especialista en magia cristalina. - pronuncié tranquila, aun que no sabía bien bien si debería haber confesado eso.

¿La chica ya conocía el conjuro? Parecía encerrar más secretos de lo que había creido.
–Debe haber sido genial poder aprender cosas con tu familia- Dije recordando a mi 'familia' adoptiva, pero pensando también en los padres que ni siquiera mi memoria alcanza a recordar.

De repente, me pareció que hacía una cara un poco desconcertada.
- Sí, hubiera sido bonito. - dije con la mirada perdida. - Por desgracia solo conozco a mi abuela por palabra. Y mis padres, ni eso. Viví en un orfanato dirigido por un antiguo amigo de ella. - expliqué, no sabía si realmente podía confiar en ese chico, parecía que ocultaba algo, así que no pretendí sacar el libro de mi abuela, por precaución. - Por cierto, ¿tu estás buscando algo, verdad? - dije mirándolo con ojos curiosos pero amenazadores.

Parecía que teníamos algo en omún que no hubiera esperado. Hel nunca había conocido a sus padres. Escuché empáticamente, hasta que inquirió sobre que buscaba.
Enfrenté mi mirada con la suya brevemente, pero sin esperar a ver si cedia, desvié la mirada y comenzé mi explicación. Al fin y al cabo no tenía por qué ser ningun secreto.
–Busco datos que no figuran en ningún otro lugar, puesto simplemente. Soy un Bookman en entrenamiento y recoger información aquí es mi prueba.- hize una pausa- El clan Bookman cuidó de mi desde que murieron mis padres, y quiero agradecerselo- Sintiendome como si me hubiera sacado algo del pecho, me disculpé-. Siento mucho haber engañado tu confianza.

Aun que ya había notado que ese chico era algo extraño, nunca hubiera esperado eso. Ya había oído hablar de ese clan. Me explicaron que sus magias ofensivas no eran muy potenciales, pero que eran muy astutos y sabían como montar una buena estrategia. En resumidas palabras: al contrario que yo.

- Oh, vaya... Un Bookman... - dije algo sorprendida. - Nunca hubiera pensado que encontraría uno aquí. - continué. - No pasa nada, puedo entender que hay cosas que no se explican de buenas a primeras. Por eso mismo, te agradezco que lo hayas explicado, si no, hubiera seguido en mi ignorancia. - le miré pensativa, hasta que decidí que no estaría mal ayudarle, regiré mi bolsa y saqué el libro. - Este es un libro que me dieron durante mis años en el orfanato... Parece ser que era de mi abuela, y que es bastante raro. - lo dejé sobre la mesa y lo miré, como si aun no entendiera por que lo tenía yo.

La chica parecia saber que era un Bookman, pero al contario de otra gente, no lo entendio como motivo de recelo. De hecho, inmediatamente se mostro comprensiva. Saco un libro, que habia pertenecido a su abuela. Prometia ser interesante.
Curioso, empeze a pasar las paginas a buen ritmo, memorizando cada palabra (sin necesidad de entenderlas). Podia hacerlo mas rapido, pero no queria concentrarme demasiado. Al fin y al cabo, tenia mas cosas de las que hablar con ella.
–Muchas gracias por tu ayuda. No te molesta que cualquier cosa que vea pueda ser guardada para siempre?
Este no era el caso, ya que aunque no se nos escapase ningun detalle, los Bookman optaban mas por los datos importantes. Ademas, los archivos Bookman eran sumamente confidenciales, pero me interesaba saber si tenia la misma idea que la gente que malinterpretaba nuestro cometido.

- ¿guardada para siempre? - pregunté. La verdad, pocas veces había estado hojeando ese libro, pero me transmitía algo, como un lazo familiar. - No lo entiendo, ¿guardar el libro para siempre?

–Recordaré cada detalle de este libro, al igual que recordaré cualquier cosa que digas o que hagas. - No quería alardear, pero no se podía entender de otra manera. Expliqué pr fin- Tengo memoria fotográfica. Tu libro ya no será único. ¿No tienes problema con ello?

Al principio esas palabras me asustaron un poco. Era extraño. Pero entonces pensé, y llegué a la conclusión de que ese era su trabajo.

- Está bien. - dije, mirando el libro. - Tengo la sensación de que a mi abuela le hubiera gustado ayudar a alguien que lo necesitara.

Sonreí aliviado al saber que no le importaba. Por desgracia, hubiera tenido que examinar el libro incluso si no me hubiese dejado. Esperaba que Hel hubiese notado la diferencia entre lo que debía hacer y lo que me gustaba hacer.

Intenté concentrarme en la lectura unos momentos, pero no lo logré.
–Sigue intrigandome por qué había un libro con magia cristalina en este aula- Pensé en voz alta, ya que esto me estaba desconcentrando- y por qué sigue vacía.

Miré de nuevo al libro extraido del cajón del pupitre del profesor. Ciertamente, sí era extraño. También era un poco raro que no hubiera nadie dando clase... pero para ser francos, tampoco tenía ganas de que alguien viniera aquí a estar parloteando una hora seguida.
- Vete tú a saber.. - dije con la mirada perdida. - a lo mejor alguien que antiguamente daba clase aquí era un mago cristalino...