Sentado frente a un campo de rosas...

Algunos rayos de sol se empeñaban en filtrarse por la ventana de mi habitación. Cuando abrí los ojos me encontré abrazado a un joven chico de pelo rubio apagado, encontrarlo de aquella manera me hizo recordar lo que pasó la noche anterior.

Con un suspiro, me deshice de su abrazo y comprobé que seguía durmiendo. Me vestí y junto a la almohada le dejé una nota.

- "Tengo clase a primera hora de la mañana, ten cuidado al salir de aquí, te he dejado una capa a los pies de la cama, así nadie te reconocerá. Ten cuidado"

Lo que decía la nota sobre que tenía que impartir clase a primera hora, era mentira, simplemente quería ordenar las ideas.
Tal y como decía la nota le deje una capa negra a los pies de la cama y salí de allí camino a los jardines.
Allí me senté en un banco que se encontraba enfrente de un bello campo de rosas, las miré con meláncolía mientras todo lo ocurrido se almenzaba en mi cabeza, dispuesto a que todo aquello fuera ordenado y las dudas, despejadas.

Desperté algo confuso, al principio no supe donde me encontraba, pero en cuanto me espabilé por completo recordé lo que había pasado la noche anterior.
Observé mi alrededor, buscando a Francis, pero no estaba. Cogí mis gafas y me las puse, entonces me di cuenta de que en la almohada había una nota.
Cuando la leí me sobresalté, pensando que hoy yo debería de estar en clase.
Rápidamente, me vestí, me puse esa capa y salí de aquella habitación.

De camino a clase miré de reojo un reloj que había en la pared, se me había hecho tarde... muy tarde, ahora ya no podría entrar.
Dejé de correr y me apoyé contra la pared, descansando y pensando qué excusa dar por mi falta.
Una vez recobré el aliento, decidí ir a algún lado donde no solieran haber maestros para evitar posibles preguntas comprometedoras.

Me dirigí hacia los jardines, allí probablemente no habría nadie a estas horas.
Paseé lentamente observando todo mi alrededor, los jardines eran muy bonitos y estaban muy bien cuidados. Mientras paseaba pensé en todo lo sucedido el día anterior. No pude evitar sonrojarme y bajar la cabeza.
Llegué hasta un enorme campo de rosas, me acerqué a una de ellas y la intenté coger. Me clavé una espina en el dedo, cerré los ojos y me lo llevé a la boca. Cuando levanté la mirada, fijé la vista en unos bancos que se encontraban a lo lejos. En uno de ellos me pareció ver a alguien sentado, pero como no tengo muy buena vista no pude distinguirle. Si me pillaban aquí ahora estaría en problemas, asi que salí corriendo, pero debido a mi torpeza caí estrepitosamente sobre el mismo campo de rosas.

En aquel entorno de paz me dediqué a pensar en lo ocurrido desde que llegué al instituto.
Sin embargo a lo lejos vi una silueta que se acercaba poco a poco, me pareció comprobar que se trataba de Matt, aun así no estaba seguro.
Vi como dicha figura resbalaba y caía sobre el campo de rosas, me levanté del banco y me dirigí a quien se había caido.
Pude comprobar que sí que se trataba de Matt.

- ¿Te encuentras bien? - dije mientra intentaba ayudarle a que se levantara.

Sin duda, se había llevado un buen golpe.

La caída fue dolorosa, me clavé bastantes espinas y se acentuó el dolor de trasero con el que me había levantado esta mañana.
Alguien me ayudó a levantarme, cuando oí su voz preguntándome si estaba bien mi corazón comenzó a acelerarse. Levanté la mirada y me sonrojé al confirmar que se trataba de Francis.

- Aah... P-perfectamente -contesté medio embobado- g-gracias.

Sonreí tímidamente y comencé a quitarme la suciedad de la ropa y a examinar las pequeñas heridas que me había hecho.

Le conducí hasta el banco donde anteriormente me había sentado y tomé sus manos, las cuales estaban cubiertas de arañazos.

- Vaya, si que te has llevado un buen golpe. - dije examinandolas.

Cogí una de sus manos donde tenía un corte que no dejaba de sangrar y lamí la herida, también hice lo mismo con las otras.
Aun así, seguía completamente hecho un lio en cuanto a los sentimientos de aquel chico, le había engañado vilmente y él había conseguido desarrollar un sentimiento bastante fuerte por mí. Pensaba que quizás lo mejor se trataba de decirle la verdad aunque doliese... Pero sabría que en ese caso no querría saber nada de mí y acabaría profundamente dolorido.

- Quería verte... - dije desviando la mirada - Hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Me llevó hasta el banco y me senté en él. Tomó mis manos y comenzó a examinarlas, yo bajé la mirada sonrojado.
De repente sentí como lamía mis heridas, levanté la cabeza, me puse como un tomate y el mi corazón comenzó a acelerarse.
Me dijo que quería hablar conmigo, por la expresión de su cara debería de haberme imaginado que se trataba de algo malo, sin embargo ahora mismo me encontraba en una nube, y lo único que podía hacer era sonreír tímidamente y asentir.

- Oh, ¿de qué se trata?

Bajé la mirada pensando qué uso le daría a mis palabras para que no sonaran demasiado violientas y no le causará demasiado daño... Que sufuciente le había causado ya.

- Es simplemente... Que quiero que conozcas la verdad.

Seguro que él no sabía a que verdad me refería, y exactamente no sabía como ordenar las palabras para que lo entendiese a la primer, captase el contexto y pasara lo que tenía que pasar.

- Te he mentido - solté a voz de pronto.

Quizás así no lo entiendese y me preguntaría en que exactamente, era hora de acabar con aquella farsa.

Hablaba con seriedad, comencé a asustarme un poco, pero aún así le seguí mirando sonriente. Ladeé la cabeza, esperando que me dijera qué verdad quería que conociera.

Cuando dijo que me había mentido, la sonrisa comenzó a desvanecerse de mi cara, tenía miedo de pensar en qué exactamente me habría podido mentir.

- ¿C-cómo que mentido...? -dije comenzando a ponerme nervioso- ¿E-en qué m-me has mentido?

Temía la respuesta, pero aún así quería saberla, quizás no fuera algo demasiado malo después de todo... intenté pensar así para no perder totalmente la sonrisa.

Apreté los puños intentado armarme de valor y le miré a los ojos con seriedad.

- En todo. - dije haciendo una pequeña pausa. - Sonaría muy fuerte si te dijera que te utilicé... Tampoco quiero clasificarlo como tal.

No sabía como proseguir, seguramente al pronunciar aquellas palabras el posible concepto e imagen que tenía de mí se hubiera derrumbado por completo y con total seguridad ahora me odiaría.

- Trata de olvidarme, y será lo mejor...

Tras pronunciar esas palabras relajé mis manos y volví a desviar la mirada con la esperanza de aquel chico me diera una bofetada, se largara de allí o quizás lo más fácil, que rompiera a llorar.

Cuando dijo que me había mentido en todo, la expresión de mi cara perdió la poca alegría que le quedaba. Bajé la mirada, confuso, hasta que dijo lo de "te utilicé", entonces le miré lastimeramente, ahora entendía a lo que se refería.
Me utilizó ciertamente, solo quería pasar una noche conmigo, quitarme la inocencia...

Mis ojos se llenaron de lágrimas, que no tardaron en fluir por mis mejillas.
Aquello era doloroso, pero aún seguía sin aceptar que no sintiera nada por mi, no podía concebirlo pues yo si que sentía algo por él, algo muy fuerte.

- T-tú... n-no me quieres... ¿e-es eso? -dije tartamudeando, alejándome inconscientemente de él- Lo de ayer para tí... n-no significó n-nada...

Ante su pregunta no quise dar una respuesta clara, simplemente asentí. En parte, me agradó no haberle tenido que explicar todo con pelos y señales ya que parecía haberlo pillado a la primera.

- No quería que vivieses engañado, creí que lo mejor era contarte la verdad, dejar las cosas claras.

Me levanté de mi sitio, dandole la espalda y metiendo las manos en los bolsillos.

- No te diré que no me odies, es más, hazlo, es lo mínimo que me tengo merecido...

No quería mirarle, no quería verle llorar, no quería odiarme más de lo que lo hacía ahora mismo, jugar de esa manera, ¿cómo podía haber llegado a caer tan bajo? Simplemente me acerqué y le tendí un pañuelo.

- Quédatelo, no es necesario que me lo devuelvas.

Se me terminó de partir el corazón cuando asintió, confirmando así todo lo que yo creía.
Pensar que yo solo había sido un juguete para él, un romance de una noche, era muy doloroso, no podía dejar de llorar... nunca me imaginé que podría sentir un dolor tan grande como el que sentí cuando accidentalmente maté a madre.

Me dio la espalda y yo bajé la cabeza, observando como mis lágrimas caían sobre mi pantalón.
Levanté la mirada cuando vi un pañuelo en frente de mi, lo miré con recelo y me levanté de golpe.

- ¡N-no lo quiero! ¡N-no necesito tus p-pañuelos para nada! -dije secándome las lágrimas violentamente- ¡Ni si quiera estoy llorando!, ¿ves?

Seguí mirándole con el ceño fruncido, suspiré y me tranquilicé, agachando mi cabeza de nuevo.

- No puedo... -dije mientras volvía a ponerme a llorar- No puedo odiarte. A-aunque tú no me quieras y-yo... yo... -las lágrimas me impidieron continuar hablando-

Con un suspiro volvi a guardar el pañuelo en los bolsillos. Cogí una rosa y la apreté con fuerza, apreciando como las gotas de sangre fluian de mi mano, tampoco me importaba, en aquel instante no sentía dolor, solo desprecio.

- No lo entiendo, después de todo... ¿eres capaz de sentir algo por mí?

Realmente, era algo que no podía llegar a comprender, apreté más fuerte la rosa y seguidamente la dejé caer al suelo, dejando que mi mano descansase cuan largo era, relajandolo.

- Olvídame, aunque te cueste, no merezco nada de tí y menos algo como eso.

Me volví a secar las lágrimas, realmente me sentía patético llorando de esa manera, no me gustaba llorar en público, pero no lo podía evitar.

- No e-es que yo q-quiera estar enamorado d-de ti... -dije cabizbajo- Pero no puedo h-hacer nada para cambiarlo...

Observé su mano, que estaba sangrando, quería intentar curarle, tal y como él había hecho conmigo, pero las circunstancias me lo impedían.

- Dices q-que te olvide como si e-eso fuera sencillo... -giré la cabeza cuando noté que de nuevo las lágrimas corrían por mis mejillas- Claro, n-no eres tú el que está enamorado... es fácil d-decirlo.

Estaba en lo cierto, yo no estaba ni mucho menos enamorado de él, pero hacerle pasar aquel mal trago hacía que me despreciase incondicionalmente a mí mismo.

- Tienes razón, aun así sigo opinando lo mismo. Pierdes el tiempo.

Si no quería estar tan olvidado era tan fácil como empezar por perder el contacto y no saber el uno del otro durante un largo periodo de tiempo, solo así sería capaz de olvidar.

- Si desaparezco de tu vida, no te costará tanto. Es lo mejor para los dos.

O al menos eso creía yo que era lo mejor para él, por mucho que me mintiese, no lo conocía, no sabía si sería capaz de olvidarme o tirar por la borda su vida académica por el camino.

Cuando dijo lo de desaparecer de mi vida le miré muy entristecido. Realmente me había calado hondo (en ambos sentidos xD), solo le conocía de un día, pero ya me resultaba doloroso imaginarme tener que vivir sin él.

- ¿D-desaparecer de mi vida...? -logré decir en voz baja.

Aunque realmente era lo mejor, ya que él nunca me querría, y tener que convivir con eso probablemente acabaría conmigo. Aún que ni mucho menos me veía capaz de poder olvidarle.

- Es lo que pretendías desde un principio... acostarte conmigo y luego desaparecer -dije muy dolorido, intentando acabar con mis lágrimas- De todas maneras me lo tengo bien merecido, por inocente e ingenuo.

Le miré con rencor, limpiándome las lágrimas con la mano. En ese momento deseaba que nada hubiera pasado, que no me hubiera logrado engatusar y que yo no hubiera caído tan fácilmente.

- Lo peor de todo fue que me hiciste creer que... que m-me q-querías -me llevé una mano a la cara y, a pesar de mis esfuerzos por reprimirme, comencé a llorar de nuevo.

Tragué saliva y me armé de valor para volver a mirarle, sin embargo tenía la cara tapada por una de sus manos. Suspiré.

- Vale, soy el ser más despreciable que jamás hayas conocido.

Reflexioné por unos instantes, no es que él se hubiera dejado caer fácilmente, simplemente mi poder persuasivo había conseguido que se doblegase con mucha facilidad.

- No es que tú hayas caido con facilidad, poseo un dote de persuasión que pocos son capaces de resistir. - hice una pausa - Y si tú no aprendes a controlar tus emociones, difícilmente consigas ir muy lejos en el tema de la magia.

Apreté la mano herida sin darme cuenta y sentí el dolor de las espinas que me había clavado con anterioridad, eso me dio una idea, cogí otra de las rosas y se la mostré.

- Al igual que las rosas, aunque seas frágil - dije mientras apretaba con suavidad los pétalos - Tienes que ser como su apariencia exterior, cubierta de espinas. - después de eso tiré la rosa al suelo - Es tu decisión hacerlo o no.

Volví a darme la vuelta y con un pañuelo comencé a limpiarme la herida mientras comenzaba a emprender la marcha.

Le miré sorprendido cuando me dijo que tenía un dote de persuasión, eso quería decir que había usado eso para engatusarme.
Me dijo que tenía que aprender a controlar mis emociones, me quedé algo confuso, no sabía qué me quería decir con eso.
Con una rosa me dijo que debía de aparentar ser fuerte, o eso entendí, a pesar de ser frágil.
Seguía sin comprender por qué me decía todas esas cosas.
Le miré con el ceño fruncido mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar. Luego, dirigí mi mirada a la rosa, que yacía en el suelo.

- Para esta rosa ya no hay espinas que valgan... -me miré mis manos arañadas- además... n-no me gustan las espinas... hacen daño.

Tras decir esto, le miré y conforme mis ojos se fueron llenando de lágrimas, me encaminé a paso ligero hacia el edificio.