Cuidado con lo que dices [Jen]

Cuando me desperté me encontraba en la enfermería.
Al principio no recordaba que me había pasado,hasta que vi a alguien familiar que estaba conmigo,era el chico que me encontré en el laberinto.

Empecé a recordar lo sucedido,me perdí en el laberinto,y tras encontrarme con él,me resfríe bajo la lluvia y me desmayé,bravo Jen,bravo.

Me resulto raro verle justamente a él,en nuestro primer encuentro no me causó buena impresión,pero era el único que se encontraba en el laberinto a parte de mí.

Él me salvó,solo de pensarlo me avergonzaba,¿ahora qué debería decirle?
¿Debería agradecerle que me salvara aunque me tratase tan mal antes?
Aunque no quisiese,tenía que darle las gracias por recogerme,era lo menos que podía hacer...

-...Has estado aquí...¿cuidándome?...-fue lo primero que me salió,en verdad no me atrevía a decirle gracias a una persona así.

El chico insistía en que no hablase sobre lo ocurrido en el laberinto,hasta me amenazó por si pudiese llegar a contar algo que dañase su "reputación de chico malo". No sé por qué se molestaba tanto...

Al principio hasta se me ocurrió decirlo por ahí para fastidiarle,pero yo en realidad no era así,no iba a contar nada,además ya tenía suficiente con que me tratase como una cría,lo cual me ponía de los nervios.

Tras oírle quejarse con cara de pocos amigos contesté:

-Eres un pesado,no voy a decir nada,y tampoco pensaba hacerlo-le dijé mirando hacia otro lado.

¿Por qué querría que le tomasen por un chico malo? No lo entendía...así no tendría amigos,ni nadie que lo quisiese...
Estaba claro que dominaba la magia negra,pero yo creo que en el fondo no es tan malo como el quiere creerse.

-Una persona que no es buena me habría dejado allí tirada en medio de aquel laberinto...-le dije pensativa-¿sabes? A pesar de tu carácter tienes cara de buena persona-continué diciendo tras un leve suspiro,con una sonrisa un poco burlona...en el fondo quería hacerle rabiar un poco.

Puede que en parte tuviese razón,a veces las apariencias engañan,pero este no era el caso,sentía que en el fondo,el era una persona de buen corazón...sin embargo,era un chico tan extraño y misterioso...

Espera...¿por qué estoy pensando en estas cosas? Céntrate Jen,céntrate...

-No me lo invento,es la verdad...-le dije molesta ante su comentario-Entonces,¿por qué me ayudaste y no me dejaste allí en laberinto? Incluso te has quedado toda la noche aquí conmigo-añadí cruzandome de brazos.

Era tan molesto que se hiciese el duro,era tan creído,tan idiota,parecía que intentaba repeler a las personas,odio a la gente así.

-En serio,me parece muy idiota que te comportes de ese forma,si fuese más cariñoso tendrías más amigos...-dije mirando hacía otro lado.

Era desesperante oirle hablar,no sabía como aquel rubito conseguía ponerme de tan mal humor,por muy grandes y bonitos que sean sus ojos,o por muy guapo que sea...espera,no,yo no he dicho eso,es odioso,¡su carácter es inaguantable!

Intenté articular alguna palabra pero de repente se acercó exageradamente demasiado a mí y me tapó la boca con la mano.No sé que me ponía más nerviosa en su momento,las confianzas que se tomaba conmigo,o que su cara estuviese tan cerca de la mía.

Mis mejillas se sonrojaron un poco,nunca había visto a un chico tan cerca de mí,ni siquiera a Arthur,pero pude reaccionar,haciendo que quitara la mano de mis labios.
Acto seguido,hice lo mismo que me hizo él,y puse mi mano sobre su cara,pero sin hacer mucha fuerza,suavemente.

-¡Aquí el único que esta mejor calladito eres tú!-le dije enfadada mientras le miraba,al igual que había hecho él,con mis ojos verdes.

Mis mejillas seguían sonrojadas,aunque seguramente era por que seguía un poco cansada y con algo de fiebre,lo notaba porque el dolor de cabeza que no cesaba,aún así no quería parecer débil ante él.

Sentía un ligero dolor de cabeza y supuse que lo mejor sería ir a la enfermería para disponer de algunas medicinas.
Mientras buscaba a alguien que me pudiese proporcionar medicinas, pasé por algunas salas y creí oír dos voces en un tono un tanto elevado, supuse que estaban discutiendo.
Sin embargo una de ellas me resultó muy familiar. Me paré en seco y me quedé unos instantes escuchando.
Me adentré en la sala en la que se encontraban y dije algo mosqueado:

- ¿Os habéis dado cuenta de que esto es una enfermería y el resto de los pacientes necesitan silencio?

Mire a ambos personajes, mi cara se tornó en sorpresa cuando vi que se trataba de mi hermana con un chico rubio... Y no tenía cara de buenos amigos, aquello no me acababa de gustar.

- ¿Jen? - pregunté - ¿Qué demonios está pasando aquí?

Mientras seguía escuchando los insultos que me soltaba el idiota con el que me encontraba una voz me sacó de mis pensamientos,una voz que hubiera preferido no escuchar en ese momento,era mi hermano mayor Arthur,y uno de mis profesores...En el lío en el que me había metido...
Encima no podía contarle la verdad,ya que se lo prometí al rubito,y yo nunca falto a mi palabra,aunque se trate de una persona así.
Lo único que podía hacer era inventarme algo,al menos para no ver la cara de asesino que aquel chico ponía en mi.

-A-Arthur...no ha pasado nada-dije mirando hacia otro lado,mientras buscaba una buena historia para contar- Me encontraba mal y decidí venir,y me encontré con este...chico...solo estabamos "charlando"-le expliqué cruzandome de brazos.
No era una muy buena excusa,pero era creíble en cierto modo...supongo.

El chico seguía escuchando callado,mirandome con cara de desprecio,era insoportable.Solo quería irme de allí para no verle la cara,e irme a mi habitación,o las aulas,o cualquier lugar alejado de magos negros,sobretodo de él.

No acabé de tragarme la historia que me contó mi hermano, si estaban charlando no hacía falta elevar tanto el tono de voz.
Miré al otro chico con el ceño fruncido, parecía sagaz y se le veía que no dejaba pasar ni una.
Se conoce que se llevó la impresión equivocada en cuanto a Jen y a mí, a pesar de que se notaba una considerable diferencia de edad.

- Me temo que estás equivocado. - dije sin aprecio alguno - No somos pareja ni nada por el estilo.

Me crucé de brazos y le miré de nuevo con el ceño fruncido, no me acaba de gustar, no solo por su apariencia o esa actitud tan soberbia que tenía, sino por lo que le hubiese podido decir a mi hermana.