Y por fin el reloj marcó la hora exacta... [Alfred :3]

Las agujas del reloj se empeñaban en pasar con lentitud mientras impartía clase a los alumnos del Primer Ciclo, una vez terminada la clase dispondría de tiempo libre y parecía que aquel momento no quería llegar.

En aquella clase era incapaz de posar la mirada sobre el rostro de mi hermana, quien escasos minutos antes había descubierto mi verdadera orientación sexual y la violación que había cometido a las normas del instituto, me daba vergüenza mirarla a la cara, pero suponía que con el tiempo cambiaría de opinión y simplemente me acostumbraría.

Por fin el reloj se declinó por marcar la hora y recogí todo, lo dejé en el mismo aula y salí de la clase a casi una velocidad de vértigo, tras consultar una vez más el reloj me dirigí con más calma a las afueras del instituto.

Me fascinó la tranquilidad que reinaba en aquel lugar, mi puntualidad británica, la cual nunca me fallaba, no hizo menos esta vez y llegué pronto.
Me senté en un banco y apoyé los brazos cuan largo era el banco y eché la cabeza hacia atrás mirando perdidamente al cielo.

Me había saltado las clases, no me apetecía nada estar escuchando cosas aburridas y nada interesantes, en lugar de ello preferí irme a un rinconcito solitario y echarme una siesta, esperando la hora de encontrarme con Arthur.
Cuando desperté miré mi reloj, había dormido más de la cuenta y ya iba con diez minutos de retraso.
Me levanté corriendo y fui rápidamente hacia las afueras.
Cuando llegué lo busqué un poco con la mirada y le vi sentado en un banco, mirando al cielo.
Me acerqué a él sigilosamente y puse mi cabeza justo en frente de la suya, interrumpiendo su visión del cielo.

- ¡Cuidado Radiactivoman!

Tras decir una frase cualquiera de uno de los cómics de héroes que leía, le di un beso fugaz y me volví a poner recto, mirándole con una sonrisa de oreja a oreja.

Me encontraba sumido en mis pensamientos cuando una voz me sacó de ellos.
Era Alfred, diciendo algo que no logré entender.
Ante su presencia repentina di un pequeño bote debido al susto y no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios.
Lo que no me esperaba es que después fuera a darme un breve beso en los labios, me pillo completamente de improvisto.
Mis mejillas cobraron color y él se mantuvo sonriente de pie.

Me levanté y me quedé a su lado, le rodeé el cuello con los brazos y apoyé mi cabeza contra su pecho, me sentía bien de aquella manera, junto a él...

- ¿Qué tal te ha ido el día? - pregunté despegándome de su pecho y mirándole a los ojos.

Le abracé fuertemente, me alegró que no se hubiera dado cuenta de mi retraso, soy un despistado.

- Oh bueno, todo lo bien que le puede ir a uno durmiendo...

Solté una carcajada tras decir aquello. Nunca me imaginé que le llegaría a decir a un maestro que había hecho pellas y encima para irme a dormir. Pero bueno, este era un profe especial.

- ¿Y a ti, te ha sido muy duro aguantar a esos enanitos de primero?

Le miré con el ceño fruncido.

- ¿Cómo que durmiendo? Espero que no tuvieses clases, no está bien que te las saltes.

Me crucé de brazos, aquello parecía un sermón de alumno a profesor, olvidé por unos instantes que no quería precisamente ahora comportarme como un profesor.
Antes de que terminara de impartir aquella "regañina" me interrumpió preguntándome por mí.

- Ah... Y-yo bien... - dije desviando la mirada - Aunque bueno, me sentía algo incómodo al estar allí mi hermana... - dije ruborizado.

Tiré de su brazo invitándole a dar un paseo por aquel lugar.

- Nunca había estado aquí, quizás sea interesante investigar este lugar - añadí con una sonrisa.

Solté una carcajada cuando dijo lo de su hermana y se ruborizó, debía de ser divertido verle en esa situación.
Entonces, tiró de mi brazo y me dijo que investigáramos el lugar.

- Oh, ¿así que te va la aventura, eh? -dije con una sonrisa de medio lado- Está bien, no hay nada que me guste más que explorar.

Le cogí firmemente de la mano y me adentré en aquel lugar a paso alegre y ligero mientras me reía como un niño jugando a catchball.

- ¡Soy el héroe de todo el mundo, me llaman ultra-héroe~! -comencé a cantar- Wahaha y voy de excursión~ de excursión~

Le miré con cara extraña en cuanto empezó a cantar y me reí por lo bajo.

- Siempre irradiando energía... - dije sonriendo levemente.

De pronto el ambiente se empezó a sentir cargado y la visión era cada vez peor.
Una espesa niebla había aparecido entre nosotros. Me pegué un poco más a Alfred algo asustado y le estreché con más fuerza la mano.

Repentinamente, empecé a escuchar unos susurridos y me paré en seco mirando hacia atrás, sin embargo no oí ni vi nada, aunque la espesa niebla tampoco lo permitía y supuse que había sido el viento.

Moví la cabeza y continuamos andando, intentando no darle importancia.
De pronto aquellos susurros aparecieron de nuevo, miré al rededor asustado.

- ¿H-has oído algo...?

Él negó e intenté no dejar que me preocupase demasiado.
Sin embargo aquellas voces no paraban de resonar en mi cabeza, cada vez se hacían más claras y pronunciaban mi nombre.
El pitido en mis oídos cada vez se hacía más insoportable y caí de rodillas agarrándome la cabeza y encogiéndome sobre mí mismo.

- I-it's enough... - musité, sin embargo aquello que ocurría en mi cabeza era cada vez peor y me causaba un terrible dolor.

Conforme nos fuimos adentrando, la niebla es tornaba cada vez más espesa. Aquello hizo que Arthur se pegase más a mi, se le veía algo asustado. Oh, qué ocasión tan ideal se mostraba ante mí: la típica escena de una pareja paseando por un sitio peligroso, uno más miedoso y otro, el héroe, siempre valiente y protegiendo a su compañero, y éste impresionado debido al coraje del héroe. ¡Muahahaha!

Entonces, mi imaginación se cortó cuando me preguntó si había oído algo. Afiné algo el oído, pero no podía escuchar nada a parte de los típicos ruidos de la naturaleza.

- Debe de ser una ardilla... o algo así.

Continuamos, pero de repente se arrodilló en el suelo y se cogió la cabeza con las manos.
Me agaché y le zarandeé preocupado.

- ¡Arthur! ¡Arthur! ¿Qué te ocurre?

Le tomé la cara y le miré, parecía estar sufriendo y no entendía por qué.

- ¿Quieres que volvamos?

El dolor en mi cabeza cada vez se acentuaba más, me sentía débil, aquella niebla parecía totalmente que me estuviera debilitando.
La vista se me nublaba por segundo y oía la voz de Alfred muy lejana, cada vez más distorsionada y apenas notaba su tacto.

Los susurros cada vez se hacían más claros, sin embargo no quería prestar atención, sabía perfectamente lo que aquello significaba y Alfred se encontraba en peligro al estar junto a mí. El dolor apenas conseguía superarlo y sin darme cuenta mis ojos se humedecieron y quizás hubiese soltado algún gemido de dolor.

- N-no te acerques... - conseguí decir entre sollozos - C-corres peligro a mi lado...

Y era verdad, conociendo aquella situación un peligro aún mayor no tardaría en dar conmigo y encargarse de causar aún más dolor.

Me estaba asustando seriamente, parecía como si cada vez sufriese más.
Me pidió que no me acercase, pero ni en broma me iba a alejar de él en este momento.

- ¡No digas tonterías! -dije mientras intentaba levantarle- Será mejor que nos vayamos, e-estás enfermando...

Le ayudé a ponerse de pié e intenté hacerle caminar.

- ¿T-te encuentras muy mal? ¿Quieres que te lleve a brazos...?

Todo aquello era muy extraño y me asustaba, Arthur parecía haber enfermado de golpe, cuando hace un momento estaba perfectamente. ¿Estará actuando alguna fuerza paranormal...?

Aquella situación conseguía asustarme más, sabía el peligro que se aproximaba.

- T-tenemos que salir de aquí... S-si no... - no era capaz de terminar la frase.

Intenté levantarme gracias a su ayuda e intenté emprender el paso pero me era imposible.

- ¿D-dónde está la salida de esta inmunda niebla? - dije desesperado.

De pronto volví a soltar un pequeño grito debido al dolor en mi cabeza y me agarré fuerte a mi acompañante.
Oía como el ruido se hacía más claro, como si se encontrase cerca de nosotros.
Intenté examinar los alrededores, pero no me fue posible, la niebla no me lo permitía.

De repente volví a caer al suelo, pero esta vez noté una presión contra mi cuello y el frío tacto del suelo impactando directamente con la parte anterior de mi cabeza.
Entreabrí los ojos y aprecié una figura, parecía humana, que en verdad estaba cogiéndome del cuello con fuerza, apenas podía respirar y quizás ese era su cometido.

Quería gritar, quería gritar el nombre de Alfred, pero no podía, y menos en aquella situación la cual le ponía en peligro a él.
Aquella figura, fuera lo que fuera, susurró mi nombre y noté como la cabeza me retumbaba lo cual hizo que soltase un grito ahogado.

Creo que aquella niebla no le había sentado nada bien a Arthur. Debíamos de salir de aquí, pero con esta niebla era casi imposible ver algo, y además Arthur parecía estar cada vez peor.
Miré alrededor desesperado por encontrar algo que me indicara por dónde salir de aquella niebla. Entonces, Arthur gritó y se agarró fuertemente a mi.
Le acaricié la cabeza mientras le miraba preocupado, no sabía qué hacer o decir.

Vi como caía al suelo, intenté cogerle pero no pude. Cuando me agaché para socorrerle, la niebla comenzó a ponerse más densa sobre Arthur hasta formar algo sólido. Me quedé anonadado, parecía una figura humana.

Me di cuenta algo tarde de que estaba hiriendo a Arthur y, sin pensármelo dos veces, me lancé a por aquel extraño ser, intentando apartarle de Arthur.
Una vez conseguí liberarle, le cogí en brazos y comencé a correr por la niebla, sin saber donde iba. Solo deseaba poder salir de allí.

La presión que ejercía sobre mi cuello cada vez era más molesta. Estaba consiguiendo que mi respiración se cortara, intentaba forcejear pero me era imposible, cada vez me sentía más débil.

De repente volví a sentir que podía respirar y alguien me cogía en brazos, no sé de quien se trataba pero fuera quien fuera estaba corriendo conmigo en brazos.

- A-Alfred... - dije inconscientemente por lo bajo.

Entreabrí los ojos y le vi, era él el que me mantenía entre sus brazos.

- N-no... Intervengas... M-me quiere a mí... Si te interpones... A-acabará contigo. - dije preocupado agarrando con fuerza su camisa.

Aquella figura no tardó en ponerse entre nosotros cortándonos el paso.

- Kirkland... - dijo su voz distorsionada y ronca, la cual hacía que toda la cabeza me doliese - No has cumplido con el trato...

- P-por favor... A él no le hagas daño...

Sin embargo sin importarle qué se aproximaba hacia nosotros sin piedad alguna.

Me dijo que no interviniera, pero de ningún modo pensaba hacerle caso. Seguí corriendo hasta que ese extraño ser se interpuso en mi camino.
Quería hacerle daño a Arthur, y aquello me enfadó mucho.

Me temía que la única manera de de poder salir de allí vivos sería acabar con aquel ser. Dejé a Arthur en el suelo y me abalancé sobre esa criatura.
Comenzamos a forcejear, y le di un golpe que le derribó. Rápidamente se levantó y me atacó.
Cada vez que veía que intentaba acercarse a Arthur, le cogía con todas mis fuerzas y le golpeaba.

Acabé agotado, aquella lucha parecía inútil ya que por muchos golpes que le diera él se volvía a recuperar sin mucho esfuerzo.

Poco a poco estaba perdiendo los sentidos y cada vez era menos capaz de saber que ocurría a mi alrededor.
Pero al menos fui capaz de darme cuenta de que Alfred se había enzarzado en una pelea con aquel hombre.
Me levanté y traté de mantener el equilibrio.

- T-te pedí que no le hicieses daño... - dije inconscientemente acercándome a él.

Acabé plantándome delante de aquella figura tratando de averiguar de quien se trataba.
Oía su voz resonar en mi cabeza, pero aún así no sabía quien era, pero sabía de dónde venía y qué quería.

Cerré los ojos de nuevo y concentrándome al máximo traté de conectar directamente con su cabeza creando un efecto de ilusión para que nos dotara del tiempo suficiente para salir de allí.
Cuando vi que se quedaba en estado de shock, que no emitía ninguna reacción tomé la mano de Alfred y corrí de aquel lugar hasta que parecía que la niebla cada vez desaparecía más.
Suspiré de alivio al sentirme también mejor en cuanto a lo que ocurría en mi cabeza, quizás después de todo aquella situación desagradable había terminado.

Sin embargo, no todo tenía un final feliz, de la nada volvió a surgir, cuando me quise dar cuenta, noté una punzada en mi pecho y mi ropa se tiñó de color rojo, caí una vez más de rodillas y me llevé las manos a la zona afectada. Pude comprobar una sonrisa sádica en el rostro de aquella persona.

- Tu final está sentenciado. - dijo antes de realizarme otro corte en la cara.

Y antes de que desapareciera con su fin acatado me proporcionó otra puñalada en la espalda, lo cual ya hizo que acabase en el suelo, esperando el trágico final.

Con sorpresa, observé anonadado como Arthur se ponía frente aquel ente. Aquello era una temeridad, y más en su estado.

- ¿Qué haces...?

Fue sorprendente ver como, sin saber por qué, ese ser se quedaba en estado de shock, Arthur debió de hacer algo... Vaya, y en un momento ha conseguido más que yo durante toda mi lucha.
Me cogió de la mano y echamos a correr hasta que la niebla parecía disiparse.
Me tranquilicé algo más, habíamos perdido de vista a lo que quiera que fuera eso y estábamos saliendo de la niebla.

Entonces, vi como volvía a aparecer como por arte de magia. No me dio tiempo si quiera a reaccionar, le dio un par de puñaladas a Arthur.
Me quedé horrorizado y fui a agarrarle, pero desapareció.

Me agaché a por Arthur, no dejaba de sangrar, y a montones. Ahora desearía haber sido mejor estudiante y no haberme saltado clases, de haber sido así quizás podría haber usado mis poderes para curarle. Me sentí como un completo inútil y comencé a llorar de la desesperación mientras hacía presión sobre la herida de su pecho, intentando que dejase de sangrar.

- A-arthur... a-aguanta, t-todo irá bien... -dije, más que para tranquilizarlo a él, para intentar tranquilizarme a mi.

Me di cuenta de que estando ahí no arreglaba nada. Quizás fuera arriesgado desplazarme con él en ese estado, pero no me quedaba de otra. Así que rápidamente hice un torniquete en sus heridas, lo cargué a brazos y corrí dirección al instituto, aprovechando que ahora la niebla ya no era obstáculo.