Deslizándose suavemente, entró al gran templo...

Tomó una gran bocanada de aire y la expulsó sin reparar en el ruido que pudiera provocar. Nunca pensó que se vería tan avergonzado de admirar a una maga de su nivel, y menos blancomante...¡los principios del Señor Ego, por los suelos!

- Enhorabuena, eres la primera maga blanca a la que respeto -dijo con una mirada fría y recta, sin titubear- tus palabras demuestran que empezaste por un fuerte sentimiento, que tu magia sale del alma y no de las manos...aun así, te falta lo más importante: valor.

¿Valor, y no egocentrismo, prepotencia o narcisismo? En realidad, el origen de estas palabras se remontaba a las leyendas que escuchaba el joven albino en sus paseos por los campos elíseos. Las grandes hazañas llevadas por héroes que no tenían miedo a la muerte y sabían mejor escuchar a su corazón que a su razón. En algún momento se perdió y dejó de ser valiente para obcecarse, pero eso es otra historia.

¿Un fuerte sentimiento? Más quisiera. Me habían pasado muchísimas cosas que me provocaron/obligaron a aprender a usar la magia, el poder que llevaba dentro. Si hubiera podido escoger, me hubiera gustado ser una niña más, normal, como todas... Lo que me recordaba de nuevo al tema de magos negros/blancos.

- No me respetes. - le dije decidida. - No debes empezar a respetar a alguien que de aquí a un tiempo puede estar al otro lado del campo de batalla. Nadie sabe qué depara el futuro. - miré a Trece de nuevo, quien se había alejado más de mí, estaba aliviada por que por su expresión pude saber que no fue por miedo. Me hubiera gustado saber que opinaba. Volví a mirar de nuevo a Korian. Sabía que era posible que estuviera quedando como una sabelotodo, pero es que realmente me recordaba a... - Y si el valor al que te refieres es el que se necesita para matar a alguien, lo siento, pero no lo quiero.

Respeto, respeto.
Que cosa más absurda, inútil y carente de sentido. Además, ¿qué más daba si estaba en el bando contrario? Uno podía respetar y atacar al mismo tiempo, o eso era lo que la mente de Trece pensaba en esos momentos.

Aunque, poco a poco y sin pausas, el aburrimiento le invadió por completo, de modo que su expresión se volvió apática. Matar a la gente. Qué conversaciones más...idiotas.
¿Quiere decir que si le están amenazando de muerte, la blancomante no iba a matar a su atacante?. Claro, claro.
Entreabrió los labios ligeramente, dejando escapar un suspiro imperceptible, aunque enseguida los cerró para mostrar una repentina sonrisa.
Tenía una idea.

Miró una vez más a la ventana, a sabiendas de que ella era la única que no iba a ver sólo trozos de cristales rotos.
No, de nuevo, ahí estaba. Esa sombra negra e invisible a los alumnos allí presentes exceptuando a uno de ellos. Como tenía que ser.

Trece miró fijamente los ojos de la sombra a la vez que ampliaba la sonrisa.
"Ve a por uno".
Y la sombra abandonó a la pálida muchacha, dejando sólo una mínima parte con ella. Trece se giró para analizar de nuevo la pelea tan light que estaban llevando esos dos sin abrir la boca para nada.
Hasta que, al cabo de unos cuantos minutos, apareció.

Un lobo gigante hizo acto de presencia, gruñendo, con el pelo erizado, las uñas afiladas. Gruñendo. A punto de atacar.
Era uno de esos mounstros que rodeaba las periferias del colegio, a la espera de que algún alumno descuidado se dejase caer por sus dominios para poder clavarle esos preciosos dientes de los que tan orgulloso se sentía como para ir enseñándolos como en ese mismo momento.
-¿Q....qué es eso? -.Su cara de horror hubiera fascinado al mismísimo Dionisio, dios del vino y la fiesta, sí, pero también del teatro, que es lo que ahora mismo estaba haciendo Trece perfectamente.
Retrocedió un par de pasos, señalando a la bestia a la vez que notaba como la sombra invisible que estaba al lado del lobo, volvía con ella, envolviéndola suavemente.
Y ya preparado el escenario, sólo había que observar.

[Y contesto tarde, a-aunque esto parece muerto--- ;_____;]