¡Nadie podrá ganarme! [libre]

Me aburría, y mucho. Más bien muchísimo. No me apetecía preparar la clase siguiente. Paseé por el edificio, cuando sin darme cuenta finalicé mi paseo justo en frente de una puerta, decorada con un cartelito que colgaba de una aguja, hincada en la madera. <>

- Vaya... esto es nuevo. - musité para mi misma, no recordaba que en el antiguo edificio hubiera habido ninguna sala de juegos.
Abrí la puerta, chirriante, sin pensármelo dos veces. Tan sólo al entrar pude verlo todo, o eso creía: un billar con telarañas, unos dardos cuya diana estaba torcida y un tablero de ajedrez sucio polvoriento. Mi primera intención fue acercarme a este último pero, para mi sorpresa, al cruzar la puerta, lo vi. Era una máquina que desentonaba en todo ese ambiente del viejo oeste. En letras fosforescentes, resaltaba un nombre: <<Dance Dance Revolution>>. Casi se me caen las gafas al ver esto. No tenía ni idea de que era.
Me arrimé para inspeccionarla, cuando ví un pequeño botón rojo que decía <>. Por supuesto, lo apreté, cuando se encendieron un montón de lucecitas de todos los colores y empezó a sonar una música extraña, lo que hizo que diera un yo respingo. Subí sobre la plataforma, y me quedé mirando las flechas que había, también en varios colores, mientras por la pantalla salía una especie de dibujo hablando en inglés.

Hora de probar esta sala de juegos que había oido mencionar! Fue una decepcion encontrar que estaba vacía y cogiendo polvo. Una decepción...
De repente empezó a sonar música. Me di un susto. Vi entonces a una niña bastante menor que yo probando una de las máquinas. La más extraña en mi opinión. Viendo lo confusa que estaba decidí ayudar a esa amiguita.
Me subí a una plataforma metálica y sugerí directamente
–¿Tal vez sea algún tipo de ejercicio de coordinación?

Mientras yo intentaba hacer funcionar aquel cachivache, tras mío oí una voz, y volví a dar un respingo. Me giré rápidamente para poder comprobar si conocía a quién estaba allí. Pero no, no era así. Era un alumno con un parche en el ojo, que se subió a la plataforma al lado de la que yo estaba y comentó la posibilidad de que esa cosa fuera alguna especie de juego de coordinación.

- ¿Crees que este chisme tan cutre puede ser algo útil? - pregunté mirándolo fijamente. Después me giré hacia la pantalla. Los monigotes decían algo sobre poner los pies sobre las luces de las flechas, y así lo hice.
Después, sonó un pitido, y las luches empezaron a variar.

- ¡¿Pero qué...?! - dije asombrada.

Era más afilada de lengua de lo que había esperado. ¿Tal vez estuviese de mal humor? Empezaron a volar flechas sobre la pantalla. Tardé unos momentos en descifrar que si se pisaba la flecha izquierda en la plataforma cuando la flecha izquierda pasaba por la marca en la pantalla, ponía 'good'. Asi, me concentré en la pantalla, pisando la flecha izquierda, ganando puntos. Al intentar esto también con la flecha dercha, hubiera perdido el equilibrio de no ser por la barra metálica.

Observaba atentamente el monitor mientras pensaba. De repente, un recuerdo fugaz pasó por mi mente. La paleta. <<¡Eso es! ¡el Cascayu!>> razoné. Durante mis años de vida, había jugado por lo menos mil veces. Sin embargo, esta vez no debías tirar ninguna piedra, un monigote te decía donde debías acertar con tu pie. Me concentré al máximo en las flechas de la plataforma. Si años atrás era capaz de pasar 10 veces hasta el 9, ahora debía ser capaz de cumplir mi misión, así que empecé. Con movimientos casi invisibles, comencé a saltar sobre las flechas que el muñeco me pedía, mientras este hacía sonidos raros y decía cosas como "Excellent!" o "Well done!". Parecía una especie de danza.
Estaba resultando más fácil de lo que parecía, así que me permití el lujo de observar mi rival por el rabillo del ojo. Parecía orgulloso, no se porqué.

- No creas que vas a ganarme. - dije seria y desfiante, mirando de nuevo al monitor.

Revisé a ver que tal iba la niña, que ahora estaba dando frenéticamente a las flechas coloreadas, acertando en la pantalla cada vez que posaba instantáneamente un pie. Respondí su desafío con una sonrisa. ¿Se daría cuenta de que me llegaba por la cintura en estatura?
–¡Espero que no!- dije en una risa
Tampoco podía dejarselo demasiado fácil, asique imité lo que hacía ella y puse a recorrer las flechas a la velocidad que me exigía, la cual no era lenta, y me obligó a concentrarme en serio, más allá de tratar con la enana. Viendo como todavía me doblaba en puntuación, comenté sorprendido, pues yo no era precisamente lento
–No se te da nada mal...