Tras el ataque

Oh, solo cuatro años, tal y como suponía no nos llevábamos demasiado.
A raíz de ese comentario, la vieja comenzó a contar una batallita de juventud... estos abuelos, siempre igual. Puse cara de estar aburriéndome, pero por suerte dejó de contar su "interesante" historia.

Arthur le preguntó si iba a decir algo, ella contestó que si pasábamos una noche con ella cada uno no diría nada. Mi cara tomó una expresión de horror mezclada con asco, me puse pálido y me alejé un par de pasos de la vieja.

- ¿¡Qué?! O-oh por Zeus... ¡No pienso hacerlo!

Comenzó a reírse a carcajada limpia. A mi no me hacía ninguna gracia... la simple idea de tener que estar con ella una noche... ugg, prefiero guardar mi inocencia para quien yo quiera *cofcofarthurcofcof*

Me quedé más tranquilo cuando dijo que era una broma, y además no diría nada. Por primera vez sentí simpatía hacia aquella vieja.

- ¡Bien! Seguiremos siendo vírgenes hasta que tú y yo... -me callé a tiempo y me sonrojé.

Al comentarle la diferencia de edad que existía la anciana se puso a hablar de una de sus batallitas de cuando era joven, intenté seguirle el hilo pero en breves desconecté y me dediqué a asentir con la cabeza.

Cuando respondió a mi pregunta dijo que guardaría silencio solo si pasábamos cada uno una noche con ella.
Mi cara se torno con una expresión de horror.

- ¿E-eh? ¡Y-yo jamás sería capaz de h-hacer algo así! [Claro, no sabes dar. ._. xDD!]

Empecé a hacer gestos con las manos y olvidé por un momento que estaba herido.
Me llevé un brazo al pecho y me quejé.
Antes de que pudiera proseguir Alfred comentó algo que me puso la cara como si de un tomate se tratase. Dijo algo muy vergonzoso y delante de aquella señora que parecía interesada en que hiciésemos precisamente eso.
Miré a Alfred nervioso quien también estaba ruborizado y bajé la vista queriendo que ese mal rato pasase.

Enarqué las cejas cuando el muchacho dijo lo de la virginidad. ¿Aún eran vírgenes? ¿A su edad? Me reí un poco por lo bajo.
Al ver la cara como un tomate del otro muchacho no pude evitar echarme a reír, sus reacciones eran muy graciosas.

- Ah, es que... ¿aún no lo habéis hecho? ¿Aún no habéis consumado el amor carnal? -pregunté sorprendida.

De nuevo, le di unos golpes al muchacho grandote. Se veía que él era como el macho de la relación, mientras que seguramente el otro sería más bien el afeminado.

- Muchacho, tienes que ponerte las pilas, que ya tenéis una edad... hahaha -dije dirigiéndome al chico alto.

Me sonrojé más cuando preguntó si aún no lo habíamos hecho. No era normal en mi sentir vergüenza, pero esa situación era como para sentirla...
Desvié la mirada, evitando contestar su indiscreta pregunta.

Entonces, sentí como volvía a golpearme con el bastón. Dichoso bastoncito de las narices...
Dirigí mi mirada de nuevo hacia ella, me dijo que tenía que ponerme las pilas.
Mi cara tomó una expresión de sorpresa y vergüenza a la vez.

- ¿P-p-pilas...? S-solo tengo diecisiete años... -dije intentando excusarme.

La mujer empezó a hablar sobre si nunca lo habíamos hecho, lo cual era verdad. Me tapé la cara debido a la vergüenza que sentía ya de antes, acentuada por este embarazoso momento.

Alfred trató de excusarse debido a su edad que aun era muy joven. Me aparté las manos de la cara y miré a aquella anciana.

- V-verá señora... N-nosotros no tenemos pensado h-hacer tal cosa, y-yo creo q-que es algo que tiene que surgir y no...

Paré de hablar, comentar algo así hacía que me avergonzase y acabé desviando la mirada.

- En c-cualquiera de los casos, no saque s-suposiciones a-adelantadas...

- ¿Cómo que no tenéis pensado? ¡Que ya no vivimos en la edad de piedra, mozos!

Continué riéndome, sus caras avergonzadas, rojas como un tomate eran demasiado graciosas, y la situación era muy divertida.

- No me seais viejos, ¡hombre! Y que una anciana os tenga que hablar sobre estas cosas... que juventud esta.

Rebusqué en mi saquito de hierbas hasta encontrar la que buscaba, y no era precísamente la que le pensaba entregar para paliar el dolor.
Tomé la mano del muchacho grandullón y le di un par de hierbas de color rosa furcia.

- Toma nene, esto se llama viagra, va muy bien... un poquito de esto y, voilà, os aseguro que lo pasareis muy bien, confiad en mi -dije con una gran sonrisa.

Cada vez me sentía más avergonzado, mi cara tomaba más color rojizo. Aquesta vieja me sorprendía, era capaz de hacerme avergonzarme de esta manera en un momento.
Sacó algo de un saquito y me lo puso en la mano. Lo miré con curiosidad, eran hierbas rosas. ¿Será droga o té? No se, según ella era viagra, no tenia ni idea de que era eso.

- Oh, ¿y esto se come? ¿tiene efectos secundarios? -pregunté examinando esas extrañas hierbas.

Las olí, no olían mal así que me metí un trocito pequeño a la boca para saborearlo. Tenía un sabor muy intenso, aunque no estaba malo, pero lo escupí enseguida.

- Argh, sabe muy fuerte...

De pronto comencé a sentir una extraña sensación, como una pequeña ansiedad mezclado con algo extraño... yo diría que es deseo sexual. Esos debían de ser los efectos de aquella extraña hierba, ¿quien me mandaría a mi a comer eso?

Miré como la anciana rebuscaba en un saquito algo.
Tomó la mano de Alfred y le tendió algo sobre ella, eran unas hierbas de color rosa.
En cuanto comentó que aquello era viagra una expresión de sorpresa y vergüenza se apoderó de mi cara.

- ¿¡V-viagra?! ¡A-Alfred no te...! - pero él ya había probado la hierba.

Al poco rato se le vio con mala cara, posiblemente por el efecto de la viagra.
Miré a la señora mayor algo molesto.

- ¿P-pero usted está bien de la cabeza? ¿¡No se d-da cuenta de que e-en mi estado e-esas cosas no se pueden hacer!?

Debido al elevando tono de voz que había empleado y el esfuerzo que estaba realizando, empecé a toser otra vez, agarrándome el pecho y apretando los ojos.

Parece que el muchacho no sabía el significado de la palabra "viagra". No me dio tiempo a explicárselo, en seguida se metió un trozo de hierba a la boca.
Me llevé una mano a la cara con sorpresa y observé la reacción del muchacho. No pude evitar reirme por lo bajini, era divertido.

El enfermo comenzó a gritarme y después se puso a toser.

- Eh, no se le grita a los mayores, jovencito. Además, yo nunca le dije que se la tuviera que tomar ahora...

Aquel muchacho tenía mal genio, pero bueno, eso le hacía más atractivo.

Maldita vieja, me había dado una hierba que me excitaba, ¡justo ahora, en el peor momento! La ansiedad iba creciendo cada vez más. Yo me iba alejando de ellos, sentía una enorme vergüenza y me había puesto como un tomate, no me gustaba que me vieran en ese estado.
Arthur le gritó a la vieja y comenzó a toser de nuevo. Fui corriendo hacia él, le tomé la mano y le acaricié con cuidado la espalda.

- ¡Arthur, arthur! No d-debes hacer e-esfuerzos -dije reprimiendo las sensaciones que sentía, aún con la cara colorada.

Me llevé las manos a la cara y me volví a alejar de ellos, no podía soportar la vergüenza que sentía en aquel momento.

- Argh, ¿¡qué hago para que se me quite esto?!

Debido a la tos mis ojos se pusieron llorosos. Alfred se acercó a mi lado y me acarició en la espalda, noté un escalofrío y temía por su estado.
Se volvió a alejar de nosotros tapándose la cara avergonzado. Le miré con lástima de no poder ayudarle. [Se permite darle doble interpretación]

- Date una ducha de agua fría... - susurré desviando la mirada.

Miré a la vieja con recelo, no entendía por que tenía que haber dado tal cosa a alguien que ni siquiera sabe lo que significaba la palabra "viagra" aunque en parte de culpa la tenía Alfred por comerlo sin saber que era...

Me llevé una mano a la cara y lancé un suspiro al aire.

Me reí cuando el enfermo le dijo que se diera una ducha de agua fría.

- Eso, eso... porque me parece a mi que no vas a poder solucionarlo de otra manera -dirigí una mirada discreta a Arthur y comencé a reírme.

Noté que éste me miraba con recelo, seguramente estaba molesto conmigo por haberle dado esas hiervas a su joven novio.

- Ya me lo agradecerás... -dije dedicándole una sonrisa.

- P-pero... no puedo, para d-darme una ducha de agua fría t-tendría que irme de aquí... ¡y n-no pienso hacerlo!

Me resistía a marcharme de allí, quería permanecer junto a Arthur todo el tiempo que pudiera hasta que vinieran los profes chungos y me echaran.

Aquellas hierbas seguían haciendo efecto, comencé a tener pequeños sudores y a sentir calor, así que me tuve que quitar la chaqueta y me aflojé la corbata.

- A-aguantaré hasta que se m-me pase...

Miré a Alfred preocupado.

- A-Alfred... si te das prisa quizás te de tiempo... P-pero así no arreglas nada...

Desvié la mirada avergonzado, no le podía ayudar ni mucho menos y lo peor es que en cuanto a eso yo estaba más perdido que un pulpo en un garaje.

- N-no me gustas que estés pasando por esto por el mero hecho de estar conmigo... - susurré, con la mirada clavada en los pies de la cama.

- ¡No, no! No me voy a ir... s-se me pasará solo, estoy seguro -dije, tozudo en seguir quedándome allí.

Me acerqué a él y le acaricié el cabello cuidadosamente, más que por él por mi, no quería tener ninguna reacción extraña.

- No digas eso... s-si estoy así es por culpa de esa vieja y sus hierbajos raros -dije mirando de reojo a la anciana- así que n-no te preocupes...

Sonreí y le di un beso en la mejilla. A continuación me volví a apartar un poco y me tapé de nuevo mi cara roja.

Observé la escena con una sonrisa pintada en la cara. Era muy bonito ver esas muestras de amor que se daban, me recordaba a mis años mozos...
Mi cara cambió completamente de expresión cuando el muchacho más joven me llamó vieja. Le miré con ira y comencé a darle bastonazos a diestro y siniestro.

- ¿¡Cómo te atreves a llamarme vieja, gordinflón?! ¡Aprende a respetar a tus mayores!

Alfred se me acercó una vez más y me acarició el cabello y me dio un beso en la mejilla.
Aquello me avergonzaba, puesto que aquella vieja estaba delante de nosotros mirando con curiosidad.
Alfred se apartó tapándose la cara y la anciana comenzó a darle golpes otra vez.

- ¡E-eh! Parad... No pongamos la situación más difícil de lo que es ya... - dije con tono triste.

Alcé la vista y miré a Alfred preocupado.

-Si yo al menos pudiese... - antes de terminar la frase desvié la mirada y me sonrojé por completo. - Q-quiero decir... No tienes por que aguantarlo... P-pero aún así yo no te puedo dar una solución...

Apreté con fuerza las sábanas de la cama, me apenaba saber que él estaba pasando por tan mal momento y yo no podía hacer nada para evitarlo. Lo peor era que se quedaba allí por mí, aunque tuviera que hacer frente a sus impulsivas emociones.

"Si yo al menos pudiese..." aquello me hizo sonrojarme, ¿acaso le gustaría ayudarme de... esa manera?
De todas maneras, no podíamos, lo único que podía hacer era aguantarme y esperar que se me pasase.

- T-tampoco hace f-falta que des ninguna s-solución... h-haha ha -dije bastante nervioso- Y-ya se me pasará, n-no te preocupes...

Miré a la vieja, seguía enfadada conmigo por decirle vieja, pero no me arrepentía de aquello, esa vieja era una lianta.

- ¿Y tú c-cuando te piensas ir? -pregunté algo molesto.

El gordinflón me preguntó que cuando me iba a ir. Comprendí que ahí sobraba, supongo que ambos querrían estar juntos para hablar de sus cosas, y yo, por muy cotilla que fuera, debía respetarlo.

- ¿Seguro que quieres que me vaya, joven? -miré a Arthur- Yo que tú no me fiaría de quedarme a solas con este... podría perder el control.

Me carcajeé y miré al grandullón, que me miraba con cara de pocos amigos. Bueno, creo que empezamos... con buen pie.

- Pero si eso es lo que quereis, me iré... al fin y al cabo, ya he visitado al enfermo.

Miré a Arthur y sonreí.

- Ha sido un placer, Sr.Kirkland. Espero que se recupere pronto.

Alfred volvió a renegarlo, entonces supuse que no había manera de hacerle cambiar de opinión, pero en fin allá él si quería pasar por esa situación.
La anciana se despidió ya dispuesta a irse. ¡Al fin! Lo único que había hecho era empeorar las cosas y meter las narices donde no le llamaban.

- Gracias. - dije en cuanto me pidió que me recuperase.

Salió de la sala y cerró la puerta tras de sí. Volví a mirar a Alfred avergonzado y ruborizado.

- ¿S-seguro que quieres seguir pasando por esto...?

Sonreí gratamente cuando la vieja se fue. ¡Menos mal, pensé que se iba a quedar ahí para siempre! Que cansina... y encima por su culpa estaba ahora de esta manera.

- S-seguro, ¡p-pero si esto n-no es nada...! ha h-ha h-ha... -dije alejándome más y desviando la mirada, su cara ruborizada no ayudaba mucho a que se me pasara esta sensación.

Me apoyé contra la pared y escondí la cara entre mis manos, encogiéndome ligeramente sobre mi mismo.

- N-nunca jamás v-volveré a comer de eso...

Miré a Alfred más preocupado aún, quise levantarme pero no podía debido a mis heridas.

- O-oye... No quiero verte todo el rato encogido... Para eso prefiero que te vayas a dar una ducha antes que estar ahí pasándolo tan mal.

Miré a otro lado con pena y sin perder el rubor [= uke face 8D (?) xD], luego alcé la vista a donde estaba él y lancé un suspiro.

- Sinceramente... Si vas a estar así, como si no estuvieras... - bajé la mirada. - Por que si quiera puedes estar dos centímetros cerca de mí...

Hice un esfuerzo y me acerqué a él. Me costaba mucho, y más si se ponía rojo...
Me puse a su lado y me senté en el borde de la cama.

- ¿Ves? E-estoy perfectamente, n-no necesito n-ninguna ducha... -dije sonriendole e intentando reprimirme.

Para demostrarle aún más lo bien que me encontraba, le tomé la cara y le besé. En a penas 5 segundos aquel beso cobró una gran intensidad, al darme cuenta de ello me separé de inmediato.

- Ahaha, h-hasta t-te puedo b-besar, no pasa nada de n-nada -dije nervioso, intentando disimular el descontrol que había estado a punto de sufrir.

Intentó hacer un sobre esfuerzo y se sentó a mi lado y a continuación me tomó la cara y me besó.
En pocos segundos aquel beso se volvió muy intenso, apenas me daba tiempo a corresponderlo.
Cuando Alfred se dio cuenta se apartó rápidamente de mí. Me daba pena, que tuviera que controlarse...
Le miré sonrojando y volví a bajar la mirada. Apoyé la cabeza contra su hombro y suspiré.

- S-si al menos no estuviera herido yo podrí... - corté la frase en cuanto me di cuenta de lo que estaba diciendo y me sonrojé por completo.

Sin levantar la cabeza tomé su mano y la apreté con fuerza.

Me sorprendí cuando dijo aquello. ¿Acaso estaría dispuesto a hacer eso...?

- N-no te preocupes por eso, e-en serio... -le estreché la mano y le sonreí- Pero gracias de t-todos modos.

Le pasé el brazo por el hombro y le estreché cuidadosamente contra mi, procurando no hacerle daño y reprimiendo mis impulsos.

- C-creo que ya s-se me está pasando...